En La evolución geográfica de la productividad y el empleo: Ideas para lograr un crecimiento inclusivo a través de una perspectiva territorial en América Latina y el Caribe se utiliza una perspectiva territorial para comprender las tasas de crecimiento económico persistentemente bajas de América Latina y el Caribe (ALC). Utilizando nuevos datos y métodos, se muestra que la desindustrialización, la distancia y las divisiones son factores interrelacionados que explican la paradoja de la productividad urbana en ALC, a saber: las ciudades densamente pobladas deberían estar entre las más productivas del mundo, pero no lo están. Las ciudades de ALC se han visto frenadas por la falta de dinamismo, la mala conectividad y las divisiones en barrios pobres y prósperos desconectados. A causa de la desindustrialización, el empleo urbano se ha desplazado, especialmente en las ciudades más grandes de la región, de las manufacturas a actividades no comercializables menos dinámicas y de baja productividad, como el comercio minorista y los servicios personales y de otra índole, que se benefician menos con la aglomeración, sobre todo en ciudades muy congestionadas. Si bien el empleo en el sector de los servicios comercializables urbanos ha aumentado, el alza ha sido lo suficientemente firme como para compensar la disminución del empleo en el sector manufacturero. Al mismo tiempo, los problemas de conectividad interurbana han menoscabado el desempeño de la red de ciudades de la región, dado que restringen el acceso a los mercados y la capacidad de las empresas para beneficiarse de la especialización reubicándose en ciudades más pequeñas. Dentro de las ciudades, la conectividad deficiente y la segregación del mercado laboral residencial han limitado los beneficios de la aglomeración a los vecindarios de los distritos comerciales centrales donde operan las empresas formales. La informalidad ha persistido en los barrios de bajos ingresos, cuyos habitantes enfrentan múltiples privaciones. En cambio, muchas zonas agrícolas y mineras se han beneficiado con la fuerte demanda de productos básicos por parte de China y otras economías de rápido crecimiento, particularmente durante la década dorada (2003-13), lo que llevó a una disminución de la desigualdad territorial en la mayoría de los países de la región. Se concluye que, para fomentar el crecimiento inclusivo, los países deben transformar más eficientemente la riqueza natural en capital humano, infraestructura e instituciones, y mejorar la competitividad de la economía urbana. En tal sentido, se esbozan los contornos de dicha strategia de desarrollo, identificando las prioridades en materia de políticas a nivel nacional, regional y local.